La higiene es una necesidad básica que debe ser satisfecha para que el individuo pueda conseguir un completo estado de bienestar físico, mental y social. Uno de los cuidados más importantes que se presta al paciente es el que se refiere a su higiene personal.
Como aseo personal entendemos las medidas higiénicas que la persona toma para mantener limpia y en buen estado la piel y sus anejos, conseguir bienestar y un aspecto agradable, además de evitar la aparición de infecciones.
Sin una correcta higiene personal, es más posible que aparezcan procesos patológicos que pueden agravarse debido a una mayor vulnerabilidad y menor resistencia del organismo.
A través del aseo obtenemos una serie de beneficios, tales como:
– Eliminar las células muertas de la epidermis, que se descaman.
– Limpiar la piel del exceso de grasas, sudor, suciedad y polvo.
– Evitar una excesiva proliferación bacteriana que favorece la infección.
– Estimular la circulación sanguínea.
– Mantener la piel en buenas condiciones.
– Provocar sensación de confort y bienestar y ayudar al descanso.
Dentro de estas prácticas de aseo, encontramos el baño que, además de su valor en cuanto a limpieza, también proporciona otros beneficios, como estimular la circulación sanguínea, provocar un estado de bienestar en la persona, refrescar y relajar, a la vez que ayuda a mejorar la autoestima del paciente.