Las personas de la tercera edad pueden sufrir los mismos tipos de accidentes que los individuos jóvenes, sin embargo, reaccionan de manera diferente a las lesiones, debido a los cambios que ocurren en el envejecimiento (sentido auditivo, visual y reflejos físicos), y la menor capacidad para resistir un gran estrés propio de golpes o caídas.
Los accidentes doméstico (caídas, quemaduras, intoxicaciones…) tienen, desgraciadamente, una alta incidencia negativa en la calidad de vida de las personas mayores.
Estos accidentes son responsables de una elevada mortalidad por complicaciones operatorias y postoperatorias y por enfermedades que generalmente se prolongan durante largo tiempo. Independientemente de la mortalidad a que pueda dar lugar, dicha patología reviste no obstante un interés especial por que en muchas ocasiones puede ser causa de invalidez total.