18 septiembre 2018
En las últimas décadas estamos asistiendo a un envejecimiento progresivo de la población. Una de las causas que derivan de esta circunstancia sociodemográfica es el aumento de casos de enfermedades neurodegenerativas como puede ser la demencia tipo Alzheimer. Esto supone que cada vez haya más profesionales de diversas disciplinas que se dediquen a la atención de personas dependientes a consecuencia de estas patologías (medicina, psicología, enfermería, terapia ocupacional, trabajo social, auxiliares de enfermería, entre otras).
En muchas ocasiones, cuando decidimos enfocar nuestra carrera laboral, la vocación puede ser una variable determinante. En los procesos de formación en las profesiones antes mencionadas, puede haber mención a la situación que vive la persona con demencia desde un enfoque científico, pero en muchas ocasiones, falta una sensibilización a la verdadera situación que vive la persona que poco a poco pierde aquello que nos define íntegramente: nuestros recuerdos.
Por ello, y aprovechando que el próximo 21 de septiembre es el día Mundial del Alzheimer, apelamos a la necesidad de formar y sensibilizar a los y las profesionales que van a dedicar su jornada laboral a atender a personas que ven mermadas sus capacidades.
En entradas anteriores hemos hablado de cuidar al cuidador. Obviamente, esta es un gran reto, puesto que la familia que acompaña al paciente en el proceso de una enfermedad como el Alzheimer experimenta vivencias complejas a nivel emocional y social que les sitúa en una gran vulnerabilidad.
Hoy en día, el patrón de cuidado de nuestras personas mayores está empezando a cambiar. Cada vez se vive con mayor normalidad la institucionalización de las personas con enfermedades neurodegenerativas. La incorporación de la mujer al mercado laboral, el descenso en la presión social para ejercer el rol de cuidador y el aumento en la oferta de instituciones especializadas son factores que han supuesto que, cada vez haya más personas que se dediquen profesionalmente al cuidado de nuestros/as mayores.
Diferentes estudios hablan del síndrome de “quemado” o burn-out de los profesionales sanitarios dedicados a atender a personas con demencia. Estos concluyen que estos/as trabajadores/as pueden presentar agotamiento emocional y despersonalización. La formación para identificar el inicio de estos “síntomas”, junto con una sensibilización previa centrada en la persona a la que vamos a atender puede prevenir la aparición del síndrome de “quemado”, además de mejorar la calidad en la atención prestada a las personas a las que dedicamos nuestra actividad laboral, sin exponernos a riesgos personales y/o profesionales.
En resumen, el aumento de la institucionalización de las personas mayores con deterioro cognitivo hace necesario que los y las profesionales estén sensibilizados/as con la problemática a la que se van a enfrentar diariamente. Esto supone una mejora en el trato humano hacia personas dependientes, junto con el análisis y detección de los primeros síntomas de una situación de quemado que puede mermar la calidad de la atención sanitaria a una población muy vulnerable.
Recursos de interés:
La Confederación Española de Alzheimer (CEAFA) dispone de la guía «Atender a una persona con Alzheimer«, en la que recoge una amplia información.
Juan Francisco Reina, Neuropsicólogo especialista en demencias