«Os confieso que pensé en dejar la Enfermería, pero luché por volver a tener otra vez esa ilusión que tenía antes de que ocurriese esta pandemia. Es de las cosas que más me enorgullece a día de hoy».
Nombre: Eva Hernanz Hernández.
Twitter: @Evious.
¿Podrías hacer una breve presentación sobre tí?
Me llamo Eva Hernanz Hernández, soy Enfermera y estoy especializada en Enfermería Familiar y Comunitaria. Mi perfil en Twitter es @Evious y en Instagram, subo poco contenido, me gusta más ver contenido de cuentas divulgativas o que suben contenido interesante para mi día a día; me gusta mucho lo que aporta la cuenta @culturapositiva o @72kilos sobre salud mental. Creo que las palabras que mejor me describen son valiente, sensible y alegre. Tengo 28 años, me encanta la Enfermería, los videojuegos, la música, los superheroes y pasar tiempo con mi gente. Tengo dos hermanos geniales, una madre que es una luchadora y el recuerdo de un padre que nos quería incondicionalmente.
¿Cómo has vivido la pandemia de Covid-19?
He vivido la pandemia desde varias perspectivas y ninguna ha resultado agradable. Mi padre murió a causa del virus a principios de abril. Personalmente, yo tenía una esperanza infinita en que saliese bien de aquella situación, era una persona sana; sin embargo, no fue así. Desde entonces, se rompieron todos los esquemas que tenía en la cabeza.
Recuerdo todo como si fuese ayer. El dolor, las lágrimas, el vacío de su ausencia. Al leer estas palabras tenéis que tener en cuenta las circunstancias del confinamiento. En aquel momento estaba pasando por la misma enfermedad, pero de manera más leve en casa, por lo que tenía que estar en aislamiento en una habitación con el consiguiente miedo de ponerme peor; la sensación de soledad en esas condiciones al vivir una perdida así es mayor, no puedes estar acompañado por tus seres queridos y menos acompañar; tampoco puedes algunos rituales que se consideran habituales como ir a despedirte al hospital, un velatorio o un entierro. A veces me pregunto de donde sacamos tanta fuerza para soportar aquellos días.
Los días pasaron y un mes después de la muerte de mi padre y las pruebas PCRs (que seguían dando positivo) ya negativizaron, traté de incorporarme al trabajo, pero la ansiedad y la tristeza eran mis nuevas compañeras de viaje. Ser enfermera de Atención Primaria trae de la mano, entre otras cosas, tratar con pacientes con COVID-19, ponerse un EPI, leer protocolos, guías clínicas y documentos sobre la pandemia que me recordaban mi desdicha continuamente y producían alto estrés. Me tomé mi tiempo y con la ayuda de una psicóloga del sistema público, volví al trabajo cuando me sentí con ganas. Seguía muy frágil mentalmente, pero mes a mes y con la ayuda de los compañeros con los que trabajé aquel verano pude ir recuperando el ritmo.
También tengo que contaros que,como consecuencia de mi experiencia, desarrollé muchísimo miedo al contacto con la gente que no fuese, coger el virus de nuevo. Ir en transporte público para mí era sinónimo de ansiedad, ver multitudes o a alguien con la mascarilla bajada o mal puesta, me sentaba fatal. Algo también bastante recurrente era mi crecente malestar conforme iba creciendo cada “ola” de casos y muertes por COVID-19. Dejé de salir, mi burbuja donde me sentía protegida era mi casa. Afectaba enormemente a mi salud mental, que estaba bastante tocada.
Pasados unos cuantos meses, las sensaciones de malestar emocional, aunque atenuadas, continuaban. Tenía la sensación de no avanzar pese a todos los logros que había conseguido (imaginaos la fiesta mental que monté cuando me puse un EPI por primera vez sin sentirme mal). Llegué a la conclusión de que necesitaba ayuda de un profesional. En mi caso fue una psicóloga, con la que trabajé de manera individual muchos aspectos relacionados con el miedo y la ansiedad que tenía al realizar actividades del día a día; también necesitaba contar desde el principio todo lo que había pasado, porque para describirlo de alguna manera, mi mente lo había guardado en un cajoncito para no sufrir tanto, pero seguía ahí, atormentándome en forma de pesadillas.
En esta etapa, después de muchas sesiones, esfuerzo, reflexión con la ayuda de la familia, amigos y compañeros en el trabajo me encuentro bien y sigo trabajando para ello; también me doy permiso para la tristeza, porque seguirá conmigo siempre. Los últimos logros desbloqueados fueron ir al cine después de año y medio o quitarme la mascarilla por la calle.
Todas las personas con las que comparto el día a día, como mi familia, mi pareja, mis amigos o los propios compañeros notan esa mejoría y todos me han ayudado en ese camino. Agradezco cada día su apoyo y su cariño, pero sobre todo su paciencia y su constancia, tirando de mí en los peores momentos.
Os confieso que pensé en dejar la Enfermería, pero luché por volver a tener otra vez esa ilusión que tenía antes de que ocurriese esta pandemia. Es de las cosas que más me enorgullece a día de hoy.
¿Qué has echado en falta por parte del SNS durante la crisis sanitaria del SARS-Cov-2?
El duelo dentro del contexto del COVID-19, ya sea por el virus, durante el confinamiento o la época de restricciones es un duelo complicado e incluso tiene riesgo de ser patológico con el tiempo. Necesitamos más recursos en Salud Mental, más formación de los profesionales sobre el duelo y cómo acompañar a los pacientes en este duro proceso. Siento especial sensibilidad con este tema y cuando me encuentro en la práctica diaria con algún paciente que ha sufrido algún tipo de pérdida durante este tiempo, comprendo muchas de las emociones que comparten y es crucial que el paciente encuentre un apoyo en el sistema de salud.
También, como trabajadora de la sanidad, entre las muchas cosas que hemos echado de menos todos, he notado la falta de un servicio de salud mental dentro de los propios servicios de salud laboral. Cuantos episodios de ansiedad o depresión se evitarían o atenuarían si cuidásemos más ese aspecto en nuestro trabajo.
¿Qué herramientas recomiendas para afrontar el duelo por la muerte de un familiar?
En primer lugar, me gustaría poner en valor que cada persona vive el proceso de una manera totalmente diferente conforme a sus creencias y experiencias con esa persona. Por ejemplo, después de unas semanas, se me ocurrió escribir una carta a mi padre ya que no tuve una “despedida”. Existen ciertos rituales que hacemos, a veces por costumbre, pero son tremendamente importantes a la hora de realizar un duelo correctamente. A día de hoy, me tranquiliza tener un lugar donde poder visitar a mi padre, pero otras personas son más afines a tener sus cenizas en casa, realizar actos conmemorativos de la muerte de su familiar, su cumpleaños, algún día especial. No te sientas desautorizado a hacer cosas que te apetece hacer por lo que puedan decir los demás.
Hay un prejuicio del cual me he dado cuenta hace poco y viene de la frase “Eres joven y tienes toda la vida por delante”. Parece una frase muy positiva, pero para mí esconde una desautorización a sentirte mal a largo plazo por la pérdida de alguien. Como ya he dicho, cada uno tiene su proceso, y esta frase hecha me insta a que tenga prisa por estar bien o el simple hecho de que las personas jóvenes no podemos tener nuestros malos momentos. Yo cambiaría eso por lo siguiente: “Construye, poco a poco; construye y aprende cosas nuevas y buenas para ti”.
Para terminar, me gustaría que las personas que leen esto se diesen cuenta de que cuando no tenemos herramientas mentales para manejar el dolor, los pensamientos negativos y las emociones que producen, busquemos ayuda. Puede ser cercana, de algún familiar o amigo, o puede ser profesional. Lo más importante es que nos demos cuenta de que no estamos solos, que hay gente dispuesta a ayudarnos.
¿Crees beneficioso compartir experiencias sobre salud?
¡Sin duda! Compartir vivencias personales sobre los diferentes acontecimientos a lo largo de nuestra historia siempre ha ayudado a avanzar a la humanidad. Dar a conocer vivencias personales sobre salud y enfermedad permite enriquecer nuestra “mochila emocional”, ayudar a otras personas que estén pasando por la misma situación y refuerza nuestro empoderamiento ante la enfermedad; desde el prisma enfermero, escuchar las experiencias de los pacientes nos ayuda a entender cada día más que la salud y la enfermedad están compuestas también de pensamientos y emociones que acompañan durante todo el proceso y también hay que cuidarlos.
¿Qué mensaje querrías lanzar a la gente que lea esta entrevista?
Quiero lanzar dos mensajes, uno a aquello que nos leen y decirles que es de una enorme valentía compartir nuestro dolor con los demás, así como la compasión que reside en aquellos que nos escuchan y acompañan.Estoy disponible vosotros en Twitter como @Evious.
El otro mensaje es para ti papá, para decirte que sigo cuidando a los demás y que sigo haciendo lo que más me gusta, aquello de lo que te sentías tan orgulloso; ser ENFERMERA.
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